La comedia humana by William Saroyan

La comedia humana by William Saroyan

autor:William Saroyan [Saroyan, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1943-01-01T04:00:00+00:00


SEÑORA MARGARET STRICKMAN

1874 BIDDLE STREET

YORK, PENNSYLVANIA

QUERIDA MADRE: GRACIAS POR EL DINERO. LLEGARÉ A CASA PRONTO. TODO ESTÁ BIEN.

Leyó el texto del telegrama y decidió cambiar «está bien» por «anda bien». Luego recordó un momento al joven y añadió: «Te quiere, John». Fue a la mesa del señor Grogan, donde estaba el telégrafo, y llamó pidiendo un operador. Al cabo de un minuto le llegó la respuesta y entonces transmitió el telegrama, después de lo cual habló con el operador que estaba al otro lado de la línea, sonriendo mientras escuchaba los puntos y las rayas y daba sus respuestas. Cuando terminó de hablar se puso en pie y fue a su mesa.

El señor Grogan entró y se sentó en la silla donde había estado sentado el joven.

—¿Cómo te sientes ahora? —dijo Spangler.

—Mejor, claro —dijo el señor Grogan—. Me he tomado dos copas, Tom. He oído cantar a los soldados. Les encantan esa pianola y esas canciones antiguas, unas canciones que no han oído en su vida.

—«Tú me quieres, ¿verdad?» —dijo Spangler—. Eso es lo que dice todo el tiempo, y así es como lo dice. Creo que me voy a casar con ella. —Dejó de soñar un momento con Diana Steed para examinar la cara de su viejo amigo—. Las canciones antiguas están bien.

—Tom —dijo el señor Grogan—, ¿recuerdas que el viejo Davenport cantaba aquellas baladas antiguas?

—Claro —dijo Spangler—, mientras esta oficina siga aquí yo lo seguiré oyendo. Lo oigo en este mismo momento. Pero no solamente baladas antiguas, también canciones de iglesia. No te olvides de las canciones de iglesia que el viejo Davenport cantaba todos los domingos.

—No las he olvidado. Las recuerdo todas. Por supuesto que le gustaba fingir que era ateo, pero se pasaba el domingo entero cantando himnos: mascando tabaco, enviando telegramas, cantando y escupiendo salivazos de tabaco en la escupidera. Ya a primera hora de la mañana empezaba con «Welcome, delightful morn, thou day of sacred rest».[3] Era un gran hombre, Tom. Luego se ponía a vociferar: «This is the day of light. Let there be light today».[4]

—Me acuerdo —dijo Spangler.

—Luego cantaba: «Lord, God of morning and of night, We thank Thee for Thy gift of light».[5] Menudo descreído, si no había nada que le gustara más que la luz y la vida. Y luego al final del día se levantaba despacio de la silla, se desperezaba y cantaba en voz muy baja, «Now the day is over, night is drawing nigh».[6] Conocía todas aquellas canciones antiguas y amaba todas y cada una de ellas. «Saviour», gritaba, fingiendo ser un ateo que se mofaba. «Saviour, breathe an evening blessing, Ere repose our spirits seal; Sin and want we come confessing, Thou canst save and Thou canst heal».[7]

El telegrafista se quedó callado y recordó a aquel viejo amigo que llevaba tanto tiempo muerto.

—Es la verdad, Tom. Lo que cantaba es la verdad.

El director de la oficina de telégrafos le dedicó una sonrisa a su viejo amigo y le dio unas palmaditas en el hombro mientras se dedicaba a apagar las luces y cerrar la oficina hasta el día siguiente.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.